domingo, 9 de agosto de 2009

Andrea (3ª parte)

Alguien estaba llamando a mi puerta con insistencia. Casi podría tirarla abajo si golpease un poquito más fuerte. Seguro que estaba imaginándose mi cara. Me estaba jugando mucho con mi negativa.



-¿Qué queréis ahora?¿una transfusión o tal vez un riñón?- grité. Estaba harta de tanta hipocresía y egoísmo. Se podía saber en que familia me había criado, en la de Lucifer.

-Andrea soy yo, ¿puedo pasar?- dijo mi tío, un lobo con piel de cordero. Falsedad y más falsedad. Si mi padre se moría el negocio se iba a pique. Sólo él conocía las reglas y a las personas adecuadas para ese trabajo. Nunca le había confiado a nadie el mando. Mi tío llevaba 20 años como un perrito esperando ganarse una galleta y ahora llegaba el momento del premio y yo estaba a punto de chafárselo. Haría lo que fuese para conseguir ese trasplante, así que debía andarme con ojo. Eso era lo que lo preocupaba, no la salud de su hermano. Mi padre había acordado testar a su favor y presentarle a todo aquel que debiese conocer, pero aún no lo había hecho. En ese mundo no puedes entrar sin ser invitado antes. Digamos que es un club muy selecto. Además muchos estaban al acecho para coger su trozo de pastel. Mi padre tenía muchas deudas y parte del patrimonio o su totalidad, no lo sé, serviría para saldarlas. Mi tío simplemente estaba jugando sus cartas. Tenía que conseguir ese testamento y dejar fuera a cualquier interesado y a mí claro. Como si quería quedárselo todo. Yo de ese dinero no pensaba gastar ni un céntimo. Tenía lo que había heredado de mamá y unas bonitas manos para trabajar.

- pasa- entró y se sentó a mi lado. Que bonita estampa familiar, sólo faltaba que me rodease con el brazo. Que ni se le ocurriese, si no quería sentir el suave tacto de mi codo en sus costillas.

- tu padre se muere, cariño, sólo quiere algo más de vida, disfrutar…- ya y yo como soy tonta me lo creo.

- me da igual- y era verdad, no me importaba en absoluto lo que quisiese o dejase de querer. Yo quería a mi madre y me la había quitado. Ahora yo le quitaría lo que más necesitaba.

- ¡pero es tu padre¡.-gritó. Pero quién era él para gritarme. Cada vez me creía menos que esto estuviese pasando.

- y dale….-estaba empezando a cabrearme. Era mi padre ahora. ¿Y los 23 años anteriores? Me levante y comencé a recoger las pocas cosas que había sacado de mi maleta. Tenía que salir de allí lo antes posible. No era un lugar seguro. Me ahogaban, tanta maldad me envenenaba la sangre.


-¿qué haces?-que pregunta más estúpida. Estaba claro lo que hacía

- me voy. Ya hace tiempo que no formo parte de este circo.

- está bien. Siempre has hecho lo que te ha venido en gana. Eres tú la que cargará con ello en su conciencia.- amenazó sin éxito. Sin embargo sabía que esto no era el final, acabábamos de empezar.

- estoy muy segura de lo que hago. Mi conciencia está tranquila. ¿Puedes decir lo mismo?

- yo no soy el tema a tratar niña, por lo menos ten la decencia de decírselo a tu padre antes de irte. Dile que por un capricho de una malcriada se va a morir.- preferí dejar ahí la discusión. Malcriada, eso si que no me lo esperaba. Tenía ganas de gritar, de empezar a correr y no parar jamás.

-está bien, si tú no tienes el valor de decírselo lo haré yo…ahora déjame recoger mis cosas. Estate tranquilo que no me escaparé por la ventana. Estamos en un tercer piso ¿recuerdas? –estaba agotada.

Cuando me quedé sola me senté en el suelo, a los pies de mi cama. Apoyé la cabeza en el colchón, cerré los ojos y respiré. Mi padre se moría y yo no hacía nada para salvarlo. En cualquier otro caso eso sería una tragedia, en mi caso era un alivio. Me incorporé y terminé de empacar mis pertenencias. Llamé al aeropuerto. Mi avión despegaba en cuatro horas. Tenía el tiempo justo. No podía perderlo en tonterías. Cogí la maleta y me dirigí a despedirme de mi padre. Qué bien sonaba. Quizás creas que no tengo sentimientos o mi corazón es de hielo, pero la vida que me regaló ese hombre me hizo así. Llamé a la puerta. Me abrió uno de los ATS.

- ¿qué necesita señorita?-preguntó en voz baja, como temiendo ser escuchado

- ¿está mi padre despierto? quiero despedirme

- ¿Se va? ¿y el trasplante?-pero será cotilla el tío.

- eso no es asunto suyo. ¿puedo o no puedo pasar?

- perdone mi indiscreción. Pase, su padre está con el doctor, pero enseguida la atenderá

Dejé la maleta en el pasillo, cerca de la puerta y entré.CONTINUARÁ