viernes, 30 de octubre de 2009

Andrea (7ª parte)

Un par de semanas después mi padre estaba recuperado, pero no se había dignado a preguntarme si yo me encontraba bien o decirme al menos hola. Había organizado una reunión con sus amigos, para dar el bastón de mando a Carlos. Desde mi cuarto podía ver los coches que llegaban y los hombres, rodeados de guardaespaldas, a los que se supone que iba a hundir. No tenía mucha fe, pero mi tía estaba completamente convencida de que podríamos hacerlo. Yo simplemente me dejaba llevar. Estaba en estado de shock y en esos momentos me daba igual todo y todos. Me infiltraría en ese mundillo y que fuese lo que tuviese que ser.


-Señores les apetece tomar una copa.- les preguntó mi padre. Yo observaba la escena desde las escaleras, donde nadie podía verme. Mi tía estaba sentada junto a Carlos y de vez en cuando me miraba, como diciéndome esto es importante o esto no.

- No gracias. Ricard, ¿para qué nos has reunido aquí a todos? Es peligroso estar juntos bajo un mismo techo. No lo has pensado- señaló uno de los hombres. Por su aspecto no llegaba a los 30 años.

- Lo sé, no me hace falta que un principiante como tú venga ahora a decirme lo que tengo que hacer o como debo hacerlo. Tú aún no habías nacido, cuando yo ya traía de los estados del este a las mujeres que se cepillaba tu padre.

- Está bien…-contestó levantando las manos en señal de rendición.

- Bueno, el motivo de que os haya reunido aquí a todos es para que veáis que sigo vivo y con fuerzas para acabar con quien se cruce en mi camino. Muchos creéis que estoy a las puertas del infierno pero aún me puedo cargar a más de dos. Sin embargo, he decidido ceder el mando a mi hermano.-mi tío saludó con un movimiento de cabeza- Ya todos lo conocéis y a partir de hoy cada asunto que haya que tratar os lo notificaréis a él. Será la cara y yo seguiré siendo el cerebro. ¿está claro? No quiero que nadie se piense que ahora podrá robarme mi negocio. El que se atreva a poner un pie en mi territorio sin previo consentimiento, terminará mal, ya conocéis la forma que tengo de solucionar los altercados. ¿Algo que decir?

Habían escuchado cada palabra de mi padre, como el alumno escucha al maestro explicar la lección, en silencio y prestando la mayor atención posible. Ninguno habló, simplemente asintieron. La reunión había finalizado.

- Señores, hasta la próxima.-dijo mi tío, invitándoles a irse. Era la forma de mostrarles que ahora el era el jefe.

Me di cuenta que en ese mundo las cosas son claras y concisas. Nada de rodeos. Lo que tengas que decir hazlo rápido y de forma clara. Tenía que empezar a pensar y actuar como ellos si quería entrar en el club… CONTINUARÁ.

lunes, 5 de octubre de 2009

Andrea (6ª parte)



No sé si era efecto de los sedantes o de mi imaginación, pero mi tía acababa de decir que acabásemos con ellos. No podía pensar con claridad.

- ¿qué dices? Tú has visto muchas películas tía. Qué pretendes, que vaya a su habitación y le dé una paliza como venganza. No, mejor les pego un tiro y les dejo fritos en el sofá. ¿Eso te parece mejor?

- ¡Deja de decir tonterías¡

- Entonces qué, matones a sueldo, veneno en la comida, dime…- Me tenía intrigada.

- Será mejor que ahora te deje descansar. Creo que sigues bajo los efectos de las drogas que te suministraron y dudo que así pienses con cabeza. Duerme un rato. Me quedaré aquí contigo. Así estarás más tranquila.

- No quiero dormir, quiero largarme- objeté.

- Pues eso ahora no es posible. Hazme caso y duerme o seré yo la que ahora te drogue.-su tono amenazador resultaba cómico. Era demasiado dulce para dar miedo. Pobre mujer. Igual que mi madre, ella no había elegido esta vida.

- No más drogas no. Está bien. Pero prométeme que me ayudarás a salir de aquí una vez recupere las fuerzas.- Estaba cansada y dormir un rato no era del todo una mala idea. Cuando recuperase las fuerzas me iría de esa casa, con apoyo o sin el.

- De acuerdo- dijo, aunque no sonaba todo lo sincero que yo esperaba.



La verdad es que estaba tan agotada que nada más cerrar los ojos me quedé dormida. En sueños reviví lo que me acababa de contar mi tía. De pronto, me vi desnuda sobre la mesa de un quirófano (tendría que averiguar donde lo hicieron, porque dudo que me llevasen a ningún hospital o clínica), rodeada de varios médicos. Se reían. Seguramente habían recibido una buena comisión por ese trabajillo extra. Un apartamento nuevo, un coche o un cheque con demasiados ceros. Mi padre nunca se andaba con tonterías, en lo que a sobornos se refiere. Era tan real mi pesadilla que incluso sentía los pinchazos y sus manos sobre mi indefenso cuerpo tendido sobre la fría mesa de operaciones. Creo que volví a llorar aún dormida. Escuchaba la voz de un hombre tras los doctores ordenándoles que extrajesen la mayor cantidad posible, que lo importante era salvar al señor Villegas, la chica sería un daño colateral. La voz de Carlos, mi cariñoso tío. Pedazo hijo de mala madre, un daño colateral. La furia que recorría mis venas hizo que me despertase de sopetón, asustando a Julia.

- ¿Estás bien Andy?.- preguntó asustada

- Mejor que nunca…¿cómo dices que vamos a acabar con ellos?.-dije con una sonrisa en la cara y el odio que sentía ardiendo en mis pupilas.

- Dicen que si no puedes vencer a tu enemigo lo mejor es unirse a él y eso es lo que tú vas a hacer.

- Explícate…- le exigí. No quería andarme con rodeos. Quería verles pagar y lo quería cuanto antes

- Yo soy parte del cotarro y nadie se fiaría de mí si ahora dijese que quiero entrar en el negocio. Sin embargo tú nunca estuviste metida en estos chanchullos. Vamos a jugar a dos bandas cielo

- ¿A dos bandas?

- A tres: tu padre, Ladislao (el antiguo socio de tu padre) y como no la policía. Mataremos unos cuantos pájaros de un solo tiro.

- No entiendo a dónde quieres llegar Julia ni a qué pájaros tengo que matar.- me sentía dentro de un bucle sin sentido, como si mi vida se estuviese transformando en un guión de cine.

- Mi niña, vas a entrar en las filas de Ladislao y yo voy a darte toda la información que necesitas para ello. Tendrás que conseguir que se fie de ti. Sigue furioso con tu padre por haberle traicionado. Pasó tres años en la cárcel y quiere venganza. Esa será nuestra mayor arma: su deseo de vendetta.

-¿Estás loca?.- Yo dentro de un grupo de contrabandistas y traficantes de mujeres. Si hombre y qué más, armas biológicas. Pero si era estudiante de periodismo, no agente infiltrado. Lo que pensaba, esta mujer había visto demasiadas películas.

- Tenemos que enfrentarlos de tal modo que se eliminen los unos a los otros y nosotras consigamos la información necesaria para que la policía los coja a todos. Una vez detenidos, nosotras seremos libres y ellos se pudrirán entre rejas. Piensa que de este modo los verás pagar por todo. Por lo que te han hecho a ti, a mí y a tu madre.- En parte era una buena idea, verles pagar se estaba convirtiendo en mi única motivación.

- Está bien, no sé si eras tú la loca o yo. ¿Cómo lo haremos?.-Aún hoy pienso que esa decisión la tomaron las drogas y no yo, porque una persona en su sano juicio no lo haría. Creo que yo lo llevaba en la sangre. Algo tendría que haber heredado de Ricard.

- Pronto te lo explicaré, pero antes tendrás que recuperarte y tendrás que conocer al agente de policía que nos ayudará y a alguien más que ahora no puedo revelarte. Nos protegerán y apoyarán para que podamos acabar con esta escoria Andy.



Estuve casi dos semanas en cama, bajo la vigilancia constante de mi tía y Carlos. No quería que me escapase y contase lo que me había hecho. De todos modos, qué pruebas tenía. Ninguna. Mi padre no apareció en todo ese tiempo.
Durante mi convalecencia llamé a mis compañeros de clase y residencia, seguramente preocupados por mi repentina desaparición. Simplemente les dije que un asunto familiar me tendría ocupada un tiempo aún sin definir. Menudo asunto familiar…

CONTINUARÁ